Las fronteras de la marca personal

Publicado por Juanjo Brizuela en

Deberíamos reinterpretar el término tiempos revueltos y dirigirlo hacia aquellos momentos en los que se desordenan nuestros principios, entre lo que soy, lo que parece que soy y lo que quisiera ser. En esta marejada hemos navegado recientemente al impartir un curso sobre «La importancia de la marca personal: el marketing digital en el sector del turismo». Durante su preparación comprobamos lo difusas que son estas fronteras al diseñar los contenidos, tratar de explicarlos y reflexionar, durante y después, sobre ellos, que dan para someterlos a las opiniones y comentarios por estos lares. Les ruego que tomen este espacio como lugar de encuentro de sus opiniones sobre estas fronteras personales-profesionales.

En este mundo digital y tan conectado como el que vivimos, síncrono, multiplataforma y multidispositivo, la proyección de nuestra imagen personal ha pasado de ser una manera de expresar nuestras opiniones (como cuando nació la web 2.0.) a un desparrame de exposición pública en un puñado cada vez más creciente de plataformas y redes sociales. Lo que nació para dar un punto de vista desde el «otro lado», tan enriquecedor entonces para las marcas y para cada persona, se ha convertido en una desenfrenada carrera por conseguir captar la atención de los algoritmos como simple y único objetivo y fin en sí mismo. No preocupa ya la mera expresión u opinión personal sobre «algo-alguien» para lograr la asociación de una idea, de un concepto, de un atributo en una persona, como «no perder tu silla» en un escenario cada vez más repleto de personas, marcas, trolls, algoritmos disparatados e intromisiones publicitarias digitales. Una locura aderezada además con un cada vez más alocado deseo de convertirse en eso que parece ser el sueño profesional de muchas personas: «ser influencer«. Éste fue mi primer objetivo en esta charla: «No hablaremos de influencers«.

En este panorama entran en escena otros aspectos que corren el riesgo de confundir el espacio personal-profesional para convertirse en personajes, en una especie de caricatura de eso que se llama «marca personal», y sinceramente donde también sobreactúan determinadas ¿marcas personales?. El «buen rollismo», la «sonrisa permanente» fijada con laca y una realidad edulcorada con selfies, #hastags, poses, cascos con micro y hasta frases dignas de ser pasto de estanterías de libros en los Duty Free de muchos aeropuertos, hacen que la realidad actual de las marcas personales se estén convirtiendo en una acumulación de ruido que viene de demasiadas partes en vez de construir personalidades firmes con interés y con capacidad de interacción y conversación. Algo por lo que realmente merezca la pena prestar atención.

Les propongo hacer un ejercicio: observen con detenimiento su propio timeline en cualquier red social y hagamos algunas preguntas: ¿es interesante todo lo que estoy compartiendo? ¿merece la pena … y por qué? ¿le está aportando algo de utilidad? ¿qué crees qué está ganando la comunidad construida, y por construir, con estas aportaciones? ¿…?

¿Por qué una persona o una marca debería «seguir» mi «marca personal»? sería la gran pregunta que deberíamos hacernos cada mañana al levantarnos. Al respondernos, encontraríamos algunos argumentos y respuestas que en algún caso confirmarían nuestra actividad y, puede que incluso, evitaríamos algunas respuestas que nos sonrojarían, cuando menos. Es más que necesaria, imprescindible. De ella dependerá efectivamente si estamos o no gestionando nuestra propia marca.

Malgastamos la palabra «marca» asociada a «lo personal», porque una marca es aquello que percibe e interpreta una persona cuanto tiene una interacción con la misma. Una marca es esa idea que [nos] conecta y nos dirige a la acción. En realidad, de todo lo que vemos cada día en muchas redes lo que se está consiguiendo es «manchar» marcas con algo que no va más allá y que sube a esos peldaños repletos de otras marcas insulsas que pasan de largo sin capturar ni atención ni interés. Es información, que no comunicación, que no consigue sino convertirse en un monólogo en un entorno o equivocado o con demasiado ruido en una misma dirección sin capacidad de distinción. Al hablar de gestión de marca lo que nos referimos es a construir y generar contenidos hacia las percepciones a conseguir y sobre todo en lograr comprender mejor el entorno al cual te quieres orientar. Sea una marca comercial, una marca B2B, una marca territorio, una marca educativa, una marca personal, el objetivo es saber qué posición tomas al respecto de ese entorno y cómo aportas valor en el mismo para generar atención y sobre todo para capturar el interés, constante, de valor, de conversaciones presentes y futuras.

No sé si es porque se ha unido, demasiado para mí, la «marca personal» con el mundo digital, si es porque nos confunden las herramientas, si es por la vorágine del «hay que estar o se olvidan» o del ser de l=s primer=s en abrazar cualquier novedad que salga, sea cual sea, lo que hace que este término adquiera algunos sentidos que están deformando este concepto. Me gustaba la idea de «Identidad Digital» pero se me quedaba pequeña al relacionarla con la «Marca personal». Me sigue «chirriando» esa parte que tiene que ver con delimitar la frontera entre lo personal y lo profesional, cuando en realidad habría que matizarlo sobre «lo privado» y «lo público» en una matriz aún más completa. Me importa más trabajar sobre nuestro propio relato, sobre aquellas partes de nuestra historia que nos hicieron llegar hasta donde nos encontramos hoy y que probablemente sean el camino a emprender para el próximo futuro. Me interesan aquellos pilares de nuestra marca personal que tienen que ver con valores asociadas sobre los que construimos nuestro día a día y también aquellas palabras que no queremos que sean protagonistas en ser asociad=s por terceras personas. Y sobre todo me interesa mucho más que se profundice en cuál es nuestra personalidad, nuestro «tono», nuestro estilo, ese mismo que hace ponernos cada mañana la ropa adecuada para ir a trabajar, para dar un paseo o simplemente para demostrarnos a nosotr=s mism=s quiénes somos, o en ese tono de voz que mostramos en los momentos de verdad, que son los que nos definen en última instancia.

Después de estos días que han pasado desde aquellas sesiones (muchas gracias a Susana, Ane, Aitor, Jean Jacques, Mauricio, Bamou y Txaro) he tratado de responderme a estas cuestiones a nivel personal-profesional. Y hay preguntas con respuestas y surgen otras nuevas que cabalgan en busca de respuestas. Miré mi timeline, en algún caso me sonrojé, otros me reafirmaron y algunos he incorporado como tarea frecuente en el tiempo. Tengo claro además que el tono de marca será siempre mi mayor fuente de preocupación y desempeño. Encontrar el adecuado en cada contenido pero sobre todo en cada interacción y en cada conversación que mantengo. Me veo lejos de estar pendiente en todo momento de lo que sucede en cada minuto en nuestros entornos, digitales especialmente. Hay vida más allá de la pantalla de un móvil o de un portátil, y esto de la marca personal nos consume en estos espacios digitales. Y sobre todo tengo claro cuál es el entorno deseado, ése en el que adquieres el compromiso de co_construir junto al resto, a su lado y sin dotes protagonistas ni poses estéticas. Quiero entender, lo comprobaremos en unos meses, que sé dónde se encuentran estas fronteras, a pesar de ser difusas en muchos momentos, pero que espero me ayuden a trazar una línea coherente entre lo que soy, lo que parece que soy y lo que me gustaría ser. Espero que sea así, si no, avisadme por favor.

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La foto de inicio es de Flickr, de JR_Paris


2 commentarios

Julen · 10/12/2020 a las 08:21

Me da, Juanjo, que hace ya mucho tiempo que se elevo el volumen del megáfono y no hay plan B. Las redes sociales se han convertido en el escaparate. ¿Dentro qué hay? La transparencia es un valor pero con tanto ruido ensordecedor uno no sabe si no llegará el momento en que lo mejor sea apagar el megáfono.

    Juanjo Brizuela · 11/12/2020 a las 18:05

    @Julen: A veces dan ganas, sí; de ahí el post que ha surgido de un montón de preguntas al preparar aquel taller. Veo tanto ruido y veo también tanto que no aporta nada, sino mera estética sin nada más, que realmente me preocupa la «destrucción» del término de #marcapersonal. Así que el silencio es una solución, espero que no sea la única … abrazo

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