Si la sociedad se transforma, las marcas y los medios también

Publicado por Juanjo Brizuela en

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Comunicar como tal ha existido prácticamente desde el que el ser humano es capaz de expresar algo legible, pero gracias a la irrupción de los medios de comunicación, escritos, oídos y visuales, nos hemos desarrollado como seres humanos sociales. Comunicar se ha convertido en una necesidad social. La necesidad de contar aquello que pensamos y opinamos, puede hacernos más atractiv=s a las personas. Que otros cuenten determinados aspectos de la realidad, a veces objetivamente y a veces en forma de opinión, hace que se pueda ir formando una imagen de la realidad, que se define como tal. La realidad muchas veces es tal y como la cuentan contamos.

Para alguien como yo que nació con la televisión en blanco/negro, los medios de comunicación han formado parte de su vida desde muy temprano. No sólo porque estudié y hoy trabajo en algo relacionado con ello, sino también porque guardo muchos recuerdos como los momentos de la lectura del periódico diaria, antes o después de la comida, o tras la cena; el telediario también llamado «parte», los informativos como espacios «prime time» en las televisiones, documentales, magazines, reportajes, boletines, columnas, los dos rombos, promos…hasta la publicidad… el periódico del fin de semana, los libros de estilo de algunos diarios estudiados en la Universidad y algunas célebres voces de la radio con tanta personalidad, como Gabilondo, Del Olmo, Herrero, del Val, etc. Esos momentos de recogimiento personal de los domingos a la tarde con los suplementos… Y digo que parece que quedan atrás porque también lo digital está modificando nuestra forma de consumir no sólo ocio sino especialmente información.

La necesidad de informarse y/o de estar al tanto de lo que ocurre también está cambiando. Lo digital está transformando no sólo el uso sino sobre todo la necesidad de informarse. Quien más quien menos se está preguntando qué papel juegan hoy los periódicos si prácticamente estamos enterados de la realidad al segundo, en nuestro smartphone, en las redes sociales e incluso en las paradas de bus y metro. Quien más quien menos puede irse haciendo una idea de la opinión versada de una persona simplemente leyendo su blog, escrito con regulada periodicidad o siguiéndole con cierta continuidad en Twitter.

Los medios de comunicación eran intermediarios entre los intereses de la información original y las personas. Y entendamos bien el concepto de intermediario, porque la perdida de credibilidad que se está dando hoy en muchos casos es porque han dejado de ser meros intermediarios a pasar a ser emisores e «interesados», respondiendo fielmente a los intereses de una de las partes. Y no precisamente la de la sociedad. Quizá también sea cierto que cada uno de ellos, los medios, tienen la libertad de tomar partido por algo y posicionarse en un espacio concreto, pero eso ha provocado no tanto quien te siga sino sobre todo quién te odia y quién no querrá saber jamás tu punto de vista. Saber más sí, pero «…déjame a mí hacerme mi propia idea de la realidad, de mi realidad…».

Quizá porque haya tantas y nuevas realidades es por que hoy en día están apareciendo proyectos de «medios» muy interesantes, por lo novedoso. Hoy la lucha entre El País y El Mundo, por ejemplo en prensa, ha pasado a ser entre Jot Down y Papel, respectivamente. Dos nuevos medios de «estilo cultural muy definido» y en ambos casos con un perfil digital extraordinario. Que tanto El País como El Mundo hayan optado por este paso, da mucho qué pensar sobre el rol entre la información tradicional y la «nueva información digital«.

Que El Correo haya apostado por el pago por contenidos en su web es también un paso concreto y hacia lo digital. Como también hace The Economist. La era de los #customermedia está empezando con mucha fuerza, como así lo cerciora cada semana Pepe Cerezo.

Que aparezcan también otros proyectos como El Diario, mantenido por suscriptores, Público, que cerró su tirada tradicional en papel para ser únicamente digital, La Información con su apuesta más inmediata, El Confidencial, quien más entiende los nuevos formatos y las opiniones, Huffington Post que toma una herencia de otros países anglosajones, para centrarse en un entorno más digital o los más recientes como Contexto-CTXT, una publicación formada por periodistas que ocupan una plaza común en la red y el proyecto El Español, de Pedro J. que aún no ha visto la luz en papel pero ya funciona en la red, es para darse cuenta que la red es un extraordinario contexto informativo más allá del romántico mundo del papel.

Estos proyectos cuentan en muchos casos con financiaciones mixtas, con capital social junto a una nueva característica: ceder parte de la propiedad a l=s usuari=s, en forma de crowdfunding, aportando cantidades simbólicas de € pero con un trasfondo claro: Si quieres estar informado, necesitamos que te impliques. Interesante.

Están ocurriendo cosas más interesantes aún: periodismo de datos, opiniones de personas con experiencia en la conversación digital, unir formatos complementarios: texto, audiovisual, hastag y diversas opciones de distribución del contenido. Se están recogiendo actitudes que se producen en canales sociales para llevarlos a la gran gente, información del ciudadano, aunque también tengo la sensación de que en los canales sociales, cada vez hay más monólogos y menos conversaciones, y esas conversaciones con cierto sentido se han pasado o bien a los comentarios en esos blogs-medios y en aplicaciones «privadas» como Messenger, Whatsapp o el DM de Twitter.

¿Qué hemos de aprender de ello para las marcas? Porque ya hemos visto que el «panorama» ha cambiado está cambiando día tras día. De la misma manera que los medios eran intermediadores, las marcas se beneficiaban de ese canal para «aparecer» en cada momento de exposición. El GRP de ayer no tiene sentido hoy. ¿Será el nuevo contenido? Pudiera ser porque la credibilidad de la opinión está formada por varias opiniones superpuestas y en formatos diferentes. Pero me atrevo a pensar en lo siguiente:

  • Siguiendo el modelo de puntos de contacto de Forrester, hoy la conversación es una conjunción entre los modelos de pago, los modelos propios y los modelos ganados. En este sentido, las marcas deben comportarse «personalmente» para conversar en espacios donde se hablan de culturas de uso aportando la propia visión y propósito de su marca. Somos parte de una conversación creada dejando de lado, ya, que somos LA conversación.
  • Los contenidos de las marcas han de ser versátiles y multisoporte: algun=s periodistas se «cierran» en su condición de «clase profesional» cuando tienen una excelente oportunidad de expresarse a través de diversos formatos: al artículo o la crónica, le pueden seguir hoy una foto de un tema característico, la grabación de un video explicando una idea o tuitear mientras sucede un evento. Si esto pudiera ser así, las marcas deben hacer lo mismo. No es cuestión de mensajes sino cuestión de construir ideas y conceptos y soportes solapados que configuran una nueva personalidad. Y aquí las marcas tienen que ser conscientes de que pueden expresarse desde muchos formatos y posibilidades.
  • Asociarse a contextos «culturales» más que a mercados y productos: las marcas forman parte de las vidas y las vidas de las personas no son sólo la compraventa de productos y sus usos continuados. marcas con contextos y cultura. Un vino no es sólo un tipo de uva y su conservación, sino sobre todo un momento especial donde forma parte del mismo de forma relevante.
  • Es la gente la que construye los momentos y por tanto las marcas. Así como este blog parte de una idea desarrollada, sus comentarios forman cada vez más parte de él. Y sobre ello se sigue retroalimentando. Así las marcas estarán constituidas en la medida que se abran a los comentarios, percepciones y conversaciones de y con la gente.

 

Está bonito el mundo de la comunicación y las marcas. Sobre todo porque en estos momentos de transformación, parece que todo está por hacer y todo es posible o no, como dice José Manuel Rodriguez 😉

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La foto de inicio es de Flickr, de John


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