Branding como transformador de cultura

Publicado por Juanjo Brizuela en

Somos de esa generación que nació y creció de la mano de las 5 líneas de un pentagrama sobre las que saltan notas musicales de un lado para otro con algún que otro sonido estridente. Quienes pasamos una parte de nuestra vida estudiando música (solfeo, canto coral e instrumento…) alternábamos la pureza de la música clásica con la ruptura de otras músicas: jazz moderno, rock & roll, funk, punk y pop. En estas últimas la guitarra eléctrica era un instrumento común, rompiendo además con el estereotipo tradicional como la guitarra clásica. Nuevos tiempos llegaron de la mano también de incorporación tecnológica, los amplificadores, y el producto evolucionó: de las 5 cuerdas tradicionales a 6, adiós a la caja de resonancia, hola al electromagnetismo y su sonido metálico y otros aspectos más. Lo importante, quizá, no fue tanto la evolución del producto sino considerar esta evolución como consecuencia de una transformación cultural (musical) que requería un cambio y evolución en el producto en sí mismo.

En estas últimas semanas a quienes nos gusta la música (y especialmente a mí este año con mi proyecto personal-hobby de #UnDíaUnaCanción) hemos leído-escuchado que dos enormes marcas de guitarras eléctricas, Fender y Gibson, han silenciado sus proyectos. Con unas enormes deudas, apagan algunos de sus proyectos y marcas y entre sus argumentos está «que no han sido capaces de adaptarse a los nuevos gustos musicales de la nueva sociedad, la compra por internet y las ofertas de segunda mano». Aquello que propició un cambio a primeros de los años 30 del siglo XX, casi 100 años después, ha finalizado su evolución.

Debatía hace tiempo con un buen amigo que las marcas conectaban con personas principalmente a través de la cultura, entendida ésta como una manera de ser y de comportarse. En la medida que marcas y personas coincidieran en este hecho cultural, el vínculo se producía y con él las relaciones se iban asentando en el tiempo. No coincidían desde el producto sino lo que realmente les unía era ese comportamiento en el que el producto adquiría pues todo el sentido. Se convertía en útil y además permitía dotar de identidad y de significado a la propia persona, a reafirmarse y a fijar más aún su personalidad.

En este caso, las diferentes expresiones musicales con la guitarra eléctrica de por medio consiguió que varias generaciones se identificaran con este producto siendo un evidente objeto de deseo para quien quisiera hacer de la música un hobby o un oficio. Ahí, estás marcas hicieron posible este nuevo comportamiento y probablemente se situaron en el escalón preciso para convertirse en referentes.

Pero algo falló. Muchas veces decimos que las marcas son espejos de la realidad y en ocasiones llegan incluso a ser constructores o modificadores de dicha realidad. Así las nuevas marcas que aparecen quieren precisamente eso: modificar y cambiar realidades para encontrar su posición en el mercado. Ejemplos hay muchísimos; pensad en cualquier sector que haya sido modificado: líneas aéreas, finanzas, movilidad en ciudades, formación…Ryanair, Vueling, ING, Uber, Airbnb, Foxize, Patagonia, Imaginarium, Netflix… La pregunta pues es por qué las marcas no han conseguido resituarse ante este nuevo paradigma.

Volvemos una vez más a la diferencia esencial que existe entre lo que HACES (fabricas) y lo que VENDES (percepciones). Fender y Gibson estuvieron muchos años fabricando guitarras eléctricas estupendas pero ¿qué vendían para poder seguir manteniendo la relación con las personas? ¿La guitarra sin más o la evolución en la música como fue a su inicio?

Con suma frecuencia insisto y en estas sencillas pero para mí fundamentales preguntas: ¿qué HACES y qué VENDES?. A las cuales añado una más:

¿En base a qué mantendremos el vínculo entre nuestra marca y nuestras personas?

La evolución de la música ha seguido el hilo de la evolución de la sociedad y viceversa. La música electrónica evolucionó con sintetizadores que imitaban sonidos de otros instrumentos, la composición por ordenador, etc quizá hayan enterrado la maravilla del sonido de la guitarra eléctrica que no fue capaz o no supo o vaya-usted-a-saber-que. Lo que sí hemos de aprender es que nuestras marcas han de situarse en otro escalón en su propuesta de relación con las personas, en su evolución con ellas como parte de sus vidas y en su probable transformación desde su producto y servicio precisamente para mantener y potenciar dicha relación a través de los hechos y comportamientos culturales.

Como muy  bien explican en este post la gente de Wieden & Kennedy:

Everything and anything a brand can do to work with consumers in their world. There really are no limits. Media doesn’t dictate the terms. Culture does …

Supporting culture with creativity and purpose and action.

Brands wrapped in and carried by the voices of people.

This is what Brands can do.

Mientras, buscaré canciones de BB King, Mark Knofler, Pat Metheny, Eric Clapton, Lenny Kravitz o Fito para seguir disfrutando de su sonido…aunque no sepa de qué marcas son sus guitarras eléctricas.

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La foto de inicio es de Flickr, de Stephen Froeber


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