Nunca dejes de creer
Estaba escrito. Que es como decir que echarme atrás no es posible y que «Santa Rita Rita, lo que se da, no se quita».
No le pongo prisas al tiempo, ni mi/nuestro objetivo es la victoria, simplemente quiero seguir aprendiendo y buscando otras influencias externas que me/nos alimentan en lo que hacemos antes y después del día del entrenamiento. Soy consciente además de que este momento alimenta a mi actividad profesional y no la sustituye.
En 2016 volví a cumplir un humilde sueño que tenía años atrás: entrenar a baloncesto. Sentir de nuevo la sensación de estar en una cancha y tratar con la práctica, de convencer a unos chicos de una manera de ver este juego, de tratar de enseñarles a pensar lo que sucede en el campo y sobre todo qué hacer para que pase, de mostrar un camino para mejorar cada momento que estés en la cancha y de hacerlos sentir parte de una idea colectiva de juego que nos uniera a todos, ellos entre sí, junto a nosotros y a quienes vinieran a vernos. Ese entrenador de baloncesto que estaba agazapado desde que fui padre, se alzó y tomó una nueva senda de mi camino vital con cierta responsabilidad: entrenar en este caso a la Selección de Álava.
68 entrenamientos y partidos en total, 83 jugadores entrenados y junto a mis 6 ayudantes, he pasado cuatro años que jamás olvidaré. Yo también sentía las mariposas revoloteando en mi estómago los domingos a la tarde, como me decían los chicos cuando aparecían en Ibaiondo, nuestro campo de entrenamiento. Sentía esa pequeña responsabilidad de tratar de ayudar en todo lo que pudiera, porque ése era mi principal objetivo: «ayudar a». Y aprender, aprender por encima de todo. Aprender de ellos, de su ilusión, de interpretar sus características para amplificarlas y mejorarlas y sobre todo aprender a buscar nexos de unión con una idea, mi manera de ver este juego, compartida con mis ayudantes, mis grandes sostenes emocionales y de trabajo.
En aquel momento, si recordáis aquel post de 2016, sentía que necesitaba pasar a la práctica de manera vital, más que solo deportiva. Es cierto que dejé de entrenar en su momento pero nunca abandoné al basket, porque cada noche de cada día era y es nuestro momento de intimidad. Necesitaba un estímulo externo a mi actividad habitual para tratar de dar pasos personales y sobre todo profesionales. Encontrar «la idea» y serle fiel y leal, profundizar en los «cómo’s» para poder tomar las mejores decisiones y sobre todo para que permitiera unirnos en el juego, escuchar y dialogar como parte esencial del método más que imponer y mandar y en especial que esa idea compartida es simplemente llevarla a la práctica para que tome forma y camine sola. Así fue.
En estos años he leído más que nunca de aspectos relacionados con el juego, he pasado horas, horas y horas visualizando videos, he rellenado páginas y páginas de apuntes de motivación, inteligencia emocional y psicología aplicada al deporte y a los jóvenes, he preguntado y consultado situaciones que me encontraba cada domingo y en cada partido a entrenadores profesionales y amateurs (Millones de gracias Pablo, Pedro, Ibón y Santi), he visto entrenar a diferentes equipos para aprender de otras fuentes, he apuntado ideas semana sí, semana también en mis cuadernos técnicos donde estaba no solo cada entrenamiento sino cada por qué y para qué, he aprendido a planificar un poco mejor para llegar al momento de las decisiones con toda la información disponible. Ha sido un aprendizaje espectacular en este tiempo y puedo decir que este Juanjo Brizuela es más completo, más apasionado y con más sentido que aquel Juanjo Brizuela del 2016.
«Los entrenadores no tenemos otra opción que imponer lo que pensamos porque no se puede convencer proponiendo algo en lo que uno no cree» (Marcelo Bielsa)
El entrenador de fútbol Marcelo Bielsa ha sido uno de mis acompañantes en esta trayectoria. Alguien que transmite tanta pasión en su trabajo, tanta capacidad de análisis y tantas verdades sobre el deporte, tiene que ser un referente. Para mí, al menos lo ha sido. Esa frase responde fielmente a varias ideas que me llevo además:
- Convencer: En estos momentos de mentiras, de falsedades, de exageraciones; en estos momentos más impositivos, poco comprensivos y donde la empatía se tapa de manera cruel y sin tapujos vergonzantes, lo que nos queda por aprender es a practicar más humanismo, más conversaciones, mucho más diálogo y sobre todo ser capaces de tener criterios convincentes y demostrables para convencer a la otra persona de cada argumento que proponemos. Convencer no tiene nada que ver insistir e insistir hasta la saciedad sino rebuscar en la idea a transmitir y cómo hacer para que pueda la otra persona, sí, la otra, sumarse a esta idea. Convencer desde el diálogo y desde la escucha. Convencer tiene que ver con compartir un fondo y una forma. Pero el cómo es tan importante como el qué. Mucho más quizá.
- Creer: Principios, valores, lealtadaes, confianza, superación, desafío. En un mundo donde parece que todo se mide en si has tenido éxito o no, echo en falta creencia en valores, creencia en uno mismo y creer en tu compañer=. Si somos capaces de convencer, precisamente, a otra persona de que puede ser posible y conseguimos que crea en ello, puedo decir que en sí mismo es ya un triunfo. Y sé de lo que hablo, en este caso. Creer en sí mismo es hoy tan difícil de encontrar que sorprende encontrarte situaciones en las que el trabajo y esfuerzo tienen que ver más con los convencimientos que no con los recursos técnicos o tácticos en este caso. «Necesitamos creer en aquello cuya existencia por momento cuestionamos» cita mi buen y admirado amigo Ignacio Benedetti, probablemente una de las mejores mentes escribientes del deporte y el fútbol en particular.
«El
fútbol[baloncesto] siempre ha sido ese campo de sueños, en el que lo imposible mutaba en probable. Y lo probable, es obligatorio reconocerlo, requirió siempre de la comunión entre el esfuerzo, las ideas y la creatividad».
Campo de sueños, lo probable, el esfuerzo, las ideas, la creatividad… Esta frase, también de Ignacio, resume perfectamente lo que han sido estos últimos meses y también me parece el epílogo perfecto a, como te habrás podido imaginar si has llegado hasta aquí, CERRAR ESTA ETAPA. Como todo en esta vida, o al menos así lo veo yo, tomamos decisiones que vienen precedidas de sensaciones previas. Y mis sensaciones eran ya de cierto vaciamiento, sentía necesario un relevo, necesito volver a tomar distancia para más adelante ayudar más y mejor y sentía además que tenía otros menesteres que han de convertirse en protagonistas en mi actual vida.
Una cosa tengo bien clara: creo en el BALONCESTO más que nunca, creo en todos y cada uno de esos chicos que siguen yendo a una cancha de baloncesto con el entusiasmo como protagonista, creo muchísimo más en esa utopía de que el juego es una parte esencial de nuestra vida, de que nos enseña cómo actuar en la realidad y que nos habla con la confidencia de quien se siente respetado, si le respetas de la misma manera. Creo en el esfuerzo, el trabajo, en los valores, en la dedicación. Creo en las preguntas, en las ideas, en los detalles, en los matices y en los «creo que así puede ser mejor». Creo en buscar el camino para transformar lo imposible en probable, y creo sobre todo en que juntos es más fácil llegar a lo probable.
Gracias a cada uno de mis 83 chicos que sigo viendo por la calle y nos abrazamos. Sí, abrazar. Con una sonrisa. Gracias a cada madre y a cada padre de cada chico, que con su dedicación cada domingo a la tarde en llevarles y traerles y entusiasmarles con no faltar a la cita, me han demostrado que eran las y los primeros que creían en esto. Gracias a cada club, a cada colegio y a cada entrenador de esos centros por la ayuda y la escucha en cada momento. Gracias a la Federación por pensar en mí y sobre todo por respetar cada decisión y ayudar en lo indecible. Y gracias sobre todo a Markel, Julen y Unax, Alvaro, Iñigo y Tito porque me han acompañado como un padre a su hijo, aunque a algunos de ellos les doble en edad. Han sido la compañía perfecta. Y solo me queda una cosa más: ¡ Gracias Baloncesto por darme lo que me das. No te abandonaré jamás. Te seguiré respetando hasta devolverte todo lo que me entregas con tanta generosidad!.
Como relataba mi también amigo Carlos Magro, hablando de esas despedidas a la francesa, creo que éstas son mucho más emocionantes cuando «me permite marcharme bromeando, despedirme alegre, diciéndoos adiós con un hasta luego»
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La foto de inicio es de Javi Zurbano, siempre ahí.
8 commentarios
amalio rey · 01/03/2020 a las 00:28
Sentido post, Juanjo. Pues nada, has disfrutado hasta vaciarse, como debe ser. A empujar ahora en otros frentes. Un abrazo
Juanjo Brizuela · 01/03/2020 a las 12:16
He disfrutado muchísimo y también es verdad que me he vaciado tanto, sobre todo mentalmente, para ayudar a los chicos. Así que ahora tendré más tiempo para otras cosas, que también necesito. Abrazo compañero.
Julen · 01/03/2020 a las 07:01
La vida da muchas vueltas, Juanjo. Vamos pasando páginas y de vez en cuando la trama se vuelve juguetona y nos devuelve nuevas oportunidades. Abrimos nueva etapa pero no cerramos la anterior. Que lo disfrutes, antes, ahora y después. El baloncesto 😉
Juanjo Brizuela · 01/03/2020 a las 12:20
Ahora es otro momento para otras cosas, que las necesito. El basket siempre estará ahí, cada semana y cada día, pero esta etapa ahora debía pararse para dedicarme a otras cosas. He disfrutado mucho y me he vaciado también. Cosas de las pasiones, ya lo sabes tú bien. Pero seguiremos estudiando, observando, preguntándome y viendo.
Asier Gallastegi Fullaondo · 01/03/2020 a las 10:30
Te leo y pienso/siento sobre la humanidad desprendida en tiempos de crisálida, en momentos de transición. Sentimos las señales antes que nadie, leemos, escribimos, conversamos con los más cercanos y un día comienza a ser más público hasta que al final explota. Explosión que salpica. Que no deja indiferentes. Y entonces nos contamos de nuevo el proceso previo. A saber cuantas historias diferentes podríamos contar. Todas sin verdad. Gracias amigo y colega. Creer!!
Juanjo Brizuela · 01/03/2020 a las 12:24
Esta historia tuvo un momento de absoluta necesidad, de sacar de dentro esas cosas que las debía compartir y probar. Pero de pronto sentía, sí sentía, que la ventana había que cerrarla para repensar todo y sobre todo ver nuevas posibilidades desde la distancia. Creo que tiene que ver con vivir la vida desde la pasión y las creencias. Y me parece lo más bonito. Gestionamos recuerdos, recuerda, y sobre todo lealtades a las ideas y a las emociones. Y de nuevo volveremos a empezar, espero. Con la palabra creer de protagonista, con la palabra idea en primera línea y con las convicciones en la palabra diálogo y escucha para no perder jamás la perspectiva del convencer. Gracias por servirme tanto de inspiración. Abrazote
Alberto Asensi · 03/03/2020 a las 11:00
Juanjo, tienes toda mi admiración y apoyo en esta decisión. He estado en los dos lados de la barrera y uno siente “ese momento” y la decisión hay que tomarla antes de continuar sin ganas ni motivación. Animo y a ver si ahora que tienes un poco más de tiempo nos vemos para tomar un café y charlar un rato. Abrazo fuerte!
Juanjo Brizuela · 05/03/2020 a las 17:46
No sabes cuánto te agradezco el comentario ALberto y sobre todo que hayas leído todo el post. MILLONES DE GRACIAS. Nos vemos cuando quieras, cuando vuelvas. Hablamos… abrazo enorme y reitero mi agradecimiento