La marca personal es sobre lo auténtico

Publicado por Juanjo Brizuela en

Qué curioso. En esta vida profesional por la que uno transita, trabajamos en proyectos en los que buscamos «humanizar» marcas, hacerlas amables, atractivas, personalizarlas, acercando sus rudas manos para acariciar a las personas, llamarlas por su nombre y que éstas, las personas, nos hablasen como si lo hicieran a alguien cercano. De un tiempo a esta parte nos encontramos que hemos que aprender a recorrer el camino inverso: desarrollar marcas personales que tenemos que transformarlas en un producto, que a su vez deba parecer y «ser» de nuevo atractivas, amables, cercanas, diferentes, relevantes e interesantes. No me atrevería a describirlo como paradoja, o no, pero el caso es que en esta andadura estamos aprendiendo a recorrer sobre conceptos bien diferentes y a la vez muy estimulantes.

Con la irrupción de la web 2.0. (mira que parece viejuno hablar ahora del dospuntocerismo) un término que ha emergido hasta convertirse en vaya-usted-saber-qué, la marca personal está ocupando párrafos y párrafos (asusta un poco, la verdad) en esta etapa de la identidad y transformación digital. La simple acción de abrir un perfil social en cualquiera de las redes sociales existentes, hacen que nuestro nombre y apellidos, ocupen un lugar en la estantería de la exposición pública que es hoy internet. Y como tal presencia explícita conviene no abandonarla y sí encauzarla en la dirección que más interese a cada cual, a poder ser la más coherente con cada un= de nosotr=s. La «Ventana de Johari» nos enseña (al menos a mí) que hay diferentes espacios de la vida de cada cual que conviene identificar para ser después conscientes de qué, dónde, cómo, cuándo y de qué manera nos sometemos a la exposición pública consciente (si no lo has hecho ya, recomiendo hacer el ejercicio).

Entre la inmediatez de perfiles sociales como Twitter, Instagram, los nuevos Stories, los «directos«; entre la construcción de relaciones virtuales, como Facebook, Linkedin, etc… o la dependencia de la mensajería instantánea como Whatsapp, Telegram o Messenger, el caso es que nuestra exposición es permanente, si lo quieres, claro está. Como suelo decir en algunas clase o cuando me siento con Lucía y Martín para comentarles cómo es esto de la identidad digital que dejamos en internet como la mucosa de un caracol, recalco que nosotr=s tenemos siempre la última decisión a la hora de darle al «enviar», «marcar», y que hay que ser consciente de todo ello. Repito, SER CONSCIENTE.

Me parece importante que no tratemos de sacrificar a la herramienta en sí porque tiene su espacio de privilegio en este nuevo tiempo porque no es lo mismo utilizar una u otra, pero en este caso, volviendo a McLuhan con aquello de «El medio es el mensaje», sí que es más destacable el contenido que proyectamos sobre nosotros mismos y cómo el propio medio condiciona el contenido del mensaje. Aquí cabe ese conocimiento que tenemos de nosotros mismos junto a la intencionada proyección de uno que queramos lanzar con nuestra «marca personal». Ni que decir tiene que no soy quién para juzgar lo que cada quien haga con esta proyección e incluso con quienes no lo hacen (aunque sean después esclavos del whatsapp o te envíen links de twitter, por ejemplo), pero sí pongo el acento en el momento de «decidir» qué parte de mi «producto» es la que quiero compartir.

Permitidme continuar con otra idea que me surgió tras leer este tweet:

Hay una gran diferencia entre lo que el resto del personal percibe de uno mismo que lo que queremos que perciban. Percepción vs. intención. Aquí es donde comienzan los debates que si marca, si estrategia, si estas cosas. La verdad es que si hablamos de marca en realidad estamos refiriéndonos a la estrategia. Si no, no sería marca, sería imagen (añado). La tan cacareada «marca personal» parece que tiene recorrido principalmente desde el punto de vista profesional, en posicionarnos como «candidatos profesionales solventes» y todo lo que se ha de preparar para ello. Detrás de esta percepción a proyectar hay toda una serie de aspectos de reflexión personal para identificar aquello único, diferente, relevante. También es verdad que a veces lo que vemos y percibimos tiene más de artificial y rebuscado que no de natural y auténtico. Pero quizá lo que más relevancia le de, lo que más nos haga acercarnos a «la» persona, sea especialmente su realidad, su autenticidad.

¡Vaya! salió la palabra que quería que apareciera un poco más tarde: AUTENTICIDAD. Quizá los matices sean muchos porque dentro de nuestra propia diversidad, lograr que nuestra marca personal realmente nos identifique y nos acerque al resto de personas sea esa percepción no de manual, no exclusivamente de discursos «competitivos» sino en especialmente del cómo somos, más del qué somos y hacemos: como las marcas comerciales, como las marcas corporativas, como las marcas de consumo. Lo realmente curioso es que en esta proyección de marca personal veamos «personas» que realmente se convierten más en un producto que no en el mero hecho de ser precisamente eso, personas, únicas y realmente auténticas.

A COMMON STORY from m ss ng p eces on Vimeo.

Si en las marcas producto/servicio/consumo insistimos permanentemente en explorar la personalidad, que es la que nos permite diferenciarnos y acercarnos al «mercado», en desarrollar ese «tono de marca» con el que conectar desde la empatía y en poner el foco en el estilo que sujete fuertemente la propuesta de valor, ¿por qué no en las marcas personales se hace lo mismo?. En un mundo de cabezas ladeadas, camisas con corbata, miradas al horizonte sujetadas por la barbilla, se pierde el valor de una persona para entrar precisamente en el de un producto más, como tantos otros.

Mi vuelta a casa | Ibai Gómez. from Hache Group on Vimeo.

En esta búsqueda de referencias para «des-aprender», ejemplos hay que muestran cierto camino en todo ello. Por muchas razones me han parecido importantes porque además de considerar que una vez más, cada un= podemos ser nuestro propio medio, lo es más esa parte realmente más personal que recorre de la mano de la profesional. Aquella que intenta mostrar la persona de verdad y no la proyección de la deseada exclusivamente, que también tiene sus sueños, sus puntos fuertes y sobre todo su diferencial.

Con la autenticidad camina de la mano la coherencia y en ese desarrollo de «dices lo que eres, y eres lo que haces», la clave está precisamente en ese CÓMO más que en el QUÉ y es ahí donde radica esta idea de lo auténtico, porque marca una línea interesante para desarrollar entre la identidad, lo que perciben de mí y sobre todo la realidad tal y como es. Probablemente sea el ejercicio más complicado de realizar, mostrar y demostrar tu autenticidad, a sabiendas que precisamente por eso puede convertirse en algo que a alguien no le convenza. Pero lo es más aún que la coherencia que queremos mostrar entre lo que somos, lo que hacemos y cómo hacemos lo que hacemos y cómo somos, esté la clave de encontrar la autenticidad en nuestra marca personal. Si con los productos/servicios lo hacemos y les exigimos que hagan el esfuerzo de tener un propósito y una personalidad, con nosotros como «marca personal», también deberíamos hacerlo.

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La foto de inicio es de Flickr, de Tom Waterhouse


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