Qué no hemos hecho bien

Publicado por Juanjo Brizuela en

La vida es una historia que se va llenando de decisiones acertadas y erróneas. Las unas, nos hacen sentirnos bien con nosotros mismos y casi repetimos las mismas dinámicas para convertirlas en algo rutinario. Las otras, nos preocupan y nos llenan de miedo y dudas. Por lo general aprendemos más de los errores porque no queremos que se repitan. Pero el análisis deberíamos hacerlo en ambas direcciones. ¿Por qué no ha salido bien? ¿Por qué ha funcionado? Quizá sea esta sociedad en la que nos ha tocado vivir, la que nos ha mostrado el error como un fracaso y no como un aprendizaje, como en la sociedad anglosajona y oriental. «Cae siete veces, levántate ocho» reza una célebre frase japonesa que invita a intentarlo una y otra vez.

Esta reflexión viene a cuento porque observo que con esto de las redes sociales, lo socialmedia, parece que todos encontramos un santo grial en el que agarrarnos para adaptarnos a un nuevo tiempo que estamos viviendo cada día. Y que después de meterse de lleno en el uso de estas herramientas, hay quien se pregunta ¿pero esto sirve de verdad? ¿para qué? No es casualidad que en estos pasados días, podemos leer opiniones vertidas en el sentido de que sin saber muy bien responder a las clásicas preguntas de «para qué», «por qué», «qué», «cómo» y «para quién», seguimos sin tenerlo claro.

¿Qué estaría pasando si no existieran las redes sociales? ¿Qué pasaría si la tecnología no hubiera provocado semejante cambio social y cultural? ¿Cómo reaccionarían las marcas y las personas a una situación de sobreoferta, ruido, interrupciones constantes, etc? Lo cierto es que me planteo volver a los inicios de la publicidad, a esos momentos que vemos en Mad Men y que nos parecen tan novedosos, pero que en cambio estaban en la génesis de la publicidad en su término más clásico.

Llevamos tanto tiempo mirándonos al espejo que hemos olvidado abrir la ventana, salirnos del encuadre y observar lo que hace la gente. Claro que ahora que hay que ver cómo reaccionan las personas y cómo se comportan, no entendemos nada. ¡Están locos!. No, no estamos locos, simplemente nos hemos olvidado de las personas. Llevamos tanto tiempo pensando en las herramientas que somos incapaces de valorar el hecho del encuentro personal, del cara a cara, y de escuchar realmente las opiniones y las dudas de las personas para resolver un problema, SU problema. Llevamos tanto tiempo sin preocuparnos de salir a la calle y observar cómo nos comportamos, por dónde caminamos, a qué hora nos preocupan determinadas cosas, que ahora no somos capaces de responder a la pregunta de si somos relevantes, necesarios o si simplemente pasamos desapercibidos por no ser pertinentes. Llevamos tanto tiempo sin interesarnos por lo que pasa después de un encuentro personal (o de consumo) que ahora somos incapaces de responder cortesmente a una queja e incluso nos sientan horrorosamente mal. Llevamos tanto tiempo buceando entre los buscadores de internet que ni siquiera hemos encontrado aún nuestros valores más significativos y relevantes. Llevamos tanto tiempo sin preocuparnos simplemente de nuestras personas, de nuestr=s colaboradores, de sus percepciones personales y sensaciones más allá de su función y su aporte de valor, que ahora nos indignamos cuando vemos opiniones negativas de nuestros propios equipos. Llevamos tiempo pensando en crear un storytelling y contar historias y aún no tenemos ni claro ni compartido el origen de nuestro proyecto, el por qué del mismo y su pretención e intención inicial.

Lo cierto es que el aprendizaje es más una actitud que simplemente unas notas que apuntamos en un cuaderno y que nunca releemos. Y esa actitud parte también de ser conscientes de que quizá debamos empezar por el principio: QUÉ VALOR APORTO Y POR QUÉ. Quizá debamos efectivamente volver a releer las bases del marketing, como bien he debatido con Jon: identificar necesidades para ser resueltas. Y a partir de ahí, centrado en y basado desde la persona, volver a trabajar en un sentido claro y objetivo: ayudar a resolver necesidades.

Escuchar y observar, preguntar y hacer partícipe tanto desde dentro como desde fuera, encontrar el momento adecuado en el que podemos ser parte importante en la toma de decisión, saber cómo actuar y cómo resolver la duda y/o la necesidad, preocuparnos por saber cómo se llama, quién es y qué le motiva, facilitar al máximo su contacto con nosotros, considerarle como una parte importante de nuestro proyecto y no meramente un número que suma en la cuenta de resultados, preguntarle charlar sobre en qué más le podemos ayudar en qué cree que le podemos ser útil, … La duda que me corroe es si todas estas obviedades tan naturales y normales, las estamos resolviendo hoy en día, sin necesidad de la tecnología. Y por añadidura y por evolución de la sociedad, de la cultura y (ahora sí) de la tecnología, podemos seguir alimentando esta «nueva» relación gracias al avance tecnológico y de un renovado contacto personal. Me temo que aún hay muchas respuestas que no tenemos, tecnología aparte. Y quizá de ahí, el escepticismo en los datos de credibilidad y valoración actual de las marcas en las redes sociales. ¿Por qué? ¿Qué hemos hecho mal? Porque a tenor de estas dudas, algo hemos estamos haciendo mal. Yo, el primero.  La idea principal que hemos de tener clara es que la COMUNICACIÓN, el MARKETING ha de servir para ALGO.

Sólo considerándolo de esta sencilla y simple manera podremos ser capaces de articular cualquier estrategia, cualquier acción, cualquier idea para resolver una necesidad del mercado. O únicamente establecer una conversación con nuestra gente para conocernos mejor y sentirnos sencillamente útiles. Observar y escuchar para poder proponer. No son aspectos únicamente formales, aun siendo éstos importantes, sino ayudar a que la relación entre marcas y usuarios sea fluida, que aporte valor y donde se den las circunstancias y las condiciones necesarias para establecer un vínculo sólido, fiable y de confianza. Donde ahora la tecnología ayude a estrechar este vínculo, a seguir aportando valor, sin perder la conexión bis a bis, y teniendo en cuenta que debe de aportar al «negocio». Si no, serán meros fuegos artificiales. Y ya hay suficiente colorido y ruido en nuestras calles como para seguir elevando el sonido.

Pienso en deberes que hay que hacer más que en actualizarnos y adaptarnos. Quizá como algunos animales, el adaptarse a la situación puede llevarnos a la superviviencia pero si no lo hacemos, nos ocurrirá como a los dinosaurios. Desapareceremos. Así, que lo mejor será que pensamos realmente en cada modelo, miremos con visión crítica lo realizado hasta ahora, volvamos la mirada hacia el exterior y al comportamiento de nuestra gente, reconozcamos los aciertos y los errores y vayamos rehabilitando nuestro edificio, sobre sólidos cimientos: QUÉ, A QUIÉN, PARA QUÉ y POR QUÉ.

_______________________________________________________

La foto de inicio es de Flickr, de TonioMora


6 commentarios

Iñaki · 03/05/2013 a las 09:39

Que digo, después de realizar una doble lectura del post, que hay materia suficiente como para organizar un Congreso, Jornada o similar para profesionales que podría dar aire a un colectivo capital. Queda dicho. Y si alguien recoge el guante pues nada echaremos una y dos manos. :))

Miguel · 03/05/2013 a las 16:52

Yo además de haber disfrutado, he aprendido mucho de publicidad con Mad Men. Bueno, tal vez mucho no, pero algo sí. Porque si te asomabas a las entrañas del genial slogan que Don Draper soltaba improvisadamente en una reunión con el cliente después de una noche de desenfreno, sexo y alcohol, te dabas cuenta de que no era cuestión de suerte. Era cuestión de talento, y ese talento siempre se asociaba a un profundo enfoque estratégico que a menudo reflejaba eso de lo que hablas en el post: qué, a quién, para qué, y por qué.

Yo defiendo mucho esa forma de trabajar que nos enseñan en la serie. Y no, no soy un nostálgico del pasado porque yo nunca viví en él. Quienes se refieren a las nuevas generaciones del marketing con cierto desdén mientras ven cómo les mueven el culo a empujones me importan tan poco como quienes nos venden con cada vez menos originales que todo es posible en Internet: vender, conseguir trabajo, crear marca personal, hacer branding…..

Gracias por mencionar mi post, y un placer leerte una vez más 🙂

Juanjo Brizuela · 06/05/2013 a las 08:45

@Iñaki: todo un halago, maestro. Mucho por hacer desde luego aunque hay muchas dudas y preguntas que no sé si tienen respuesta. Pero si ayudan a encontrarla, estaré encantado 😉

Juanjo Brizuela · 06/05/2013 a las 08:48

@Miguel: Mad Men nos ha enseñado que la publicidad es talento puesto al servicio de un valor añadido de un producto/servicio. Del resto de cosméticos de la serie, yo me alejo. Sí que es verdad, que se dice, que se habla, de ciertos comportamientos un tanto «no-sanos» del sector… pero yo de eso, me alejo por definición propia.
Me gustó mucho tu post porque pone los pies en el suelo y creo que puede desenmascarar una realidad que se va a volver en contra de mucha gente: no es la herramienta es lo que está antes de ella para poder utilziarla eficientemente. Así que seguiremos dándonos de tortas en tratar de hacer entender que primero hay que saber muy bien hacia dónde y de qué manera y después, viene el resto.
Gracias de nuevo compa

Juanjo · 07/05/2013 a las 17:55

He llegado a través de un amigo a leer este artículo y no he podido resistirme a escribir mi visión de la información a través de la red.

Quizás sería interesante distinguir entre lo individual, lo colectivo y lo global. Y distinguir también entre la teoría y la práctica.
En cuanto a lo global no se puede hacer nada: la luz y la oscuridad, el bien y el mal… siempre buscarán el equilibrio y cuando halla mucho de lo que sea por aquí, significará que hay poco de lo contrario por allá.
En cuanto a lo colectivo, necesariamente necesita empezar por lo individual y ahí es donde entra la teoría, en este caso llamémosle información. La manera de que los individuos puedan buscar un camino de equilibrio sin las desproporciones que hay hoy en día, es mediante el conocimiento, la conciencia. Para colaborar en el crecimiento de una sociedad equilibrada hace falta la teoría, la información y el análisis pero mucho más la práctica de esos valores que cuadran con el momento histórico y social.
Una sociedad justa podrá construirse sólo cuando los gobernantes prediquen el respeto y la humildad desde el ejemplo. Esos valores valen para todas las épocas y culturas.
El problema de la información hoy en día es que no está basada en una experiencia, en una práctica, hay un montón de teorías para arreglar el mundo, pero poca práctica testada, experimentada y practicada en carne y hueso. Todo es virtual y por eso hoy en día a pesar de la maravilla del acceso a la información que existe a través de Internet cuando toda esa teoría, toda esa información no se lleva a la práctica se convierte en agua de borrajas.
Es importante que los informantes nos mantengan informados pero más importante es que practiquen lo que divulgan. No pueden ser meros informadores. Tienen que posicionarse mediante la práctica para que podamos dar crédito a lo que divulgan.
Cultivando lo individual, el famoso conócete a ti mismo, comprobaremos que no hay diferencia entre lo individual y lo colectivo y podremos encontrar una respuesta existencial que nos dará la gran mayoría de las respuestas de “para qué”, “por qué”, “qué”, “cómo” y “para quién”.

Un saludo

Juanjo Brizuela · 08/05/2013 a las 15:01

@Juanjo: Hola «tocayo»… bienvenido a esta TU casa. Y gracias por doble motivo, por tu comentario y también a tu amigo.
Interesantísima reflexión la que haces, con los matices entre información y práctica y entre individual, colectivo y global.
A veces siento personalmente que teorizamos demasiado y que puede darse el caso que no funcione al llevarlo a la práctica. Realmente es la práctica la que te enseña en definitiva y de la que su aprendizaje hace que vayamos mejorando con el tiempo, siendo sobre todo, más adecuados y pertinentes con el problema al que nos enfrentamos.
Internet ha logrado creo yo dos grandes cosas:
a) acceder a muchísima información en tiempo real, allá donde se encuentre o allá donde una referencia para nosotros (un amigo/ un profesional / un referente) nos lo haga recordar
b) interacciones entre nosotros mediante la construcción de «redes» (algunos lo llaman comunidades) que permiten debatir sobre algo concreto, matizar puntos de vista, exponer opiniones.
Creo que esto es todo un logro y me parece esencial. El problema está en resolver la idea de en qué medida podemos aprovechar todo esto para recibir valor y aportar valor. Valga que primero tenemos que reconocer quiénes somos y por qué estamos aquí. Mucha gente con la irrupción de las redes sociales etc, han pensado que era una solución a su estado, pero se han encontrado su identidad de forma difusa.
Así que primero reconocer esta identidad para después implementarla donde se decida, y poderla así compartir en esas redes que se tejen, en las que participamos como uno más.
Espero haber aportado un poco más de debate.
Gracias de nuevo

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *